Plaza de la Encarnación: de espacio conventual a reclamo turístico
La plaza de la Encarnación es sin duda alguna uno de los entornos que mayor transformación urbanística ha desarrollado durante los últimos siglos en nuestra ciudad. De plaza conventual a reclamo turístico en la actualidad, ha sido protagonista de una serie de acontecimientos en el devenir histórico de Sevilla, determinantes en el aspecto y en la animación de la que hoy disfruta este espacio.
El convento de religiosas agustinas, que ocupaba gran parte de la plaza, databa de finales del siglo XVI. No fue hasta 1720 cuando se realizaron obras de mejoras en la llamada entonces Plazuela de la Encarnación con la colocación de un pavimento empedrado y la instalación de una fuente de abastecimiento realizada en mármol blanco que hoy perdura. Derribado el convento en el siglo XIX, tras la decisión de José Bonaparte durante la invasión francesa, se planteó construir en 1831 un mercado, proyecto de Melchor Cano, que aglutinara la venta ambulante que en esa época se desperdigaba por toda la ciudad. La fuente se trasladó entonces al patio central rodeada de las 400 cuarteladas o puestos donde se ofrecían toda clase de productos frescos, siendo considerado durante años como el Mercado Central de Sevilla.
A mitad del siglo XX se llevaron a cabo las obras previstas para el futuro ensanche este-oeste, lo que originó el retranqueo de la fachada del mercado al lugar que ocupaba la fuente, siendo ésta trasladada al extremo sur, en el centro de la plaza resultante, completada con bancos y zonas ajardinadas. En 1956 con el derribo de la manzana entre las calles Imagen y Bolsa, el aspecto de la plaza volverá a experimentar un drástico cambio urbanístico con el ensanche de un eje que facilitaría la comunicación entre la plaza del Duque y la Puerta Osario.
La aparición del otro mercado central, el de Entradores, añadido a los problemas estructurales que presentaba el de la Encarnación, llevaron a la demolición del mismo en 1973, pasando los noventa puestos a unas instalaciones provisionales mientras se construía el nuevo. El plazo estimado de tres años se convirtió en treinta y siete hasta que, ya entrado el siglo XXI, el Ayuntamiento de Sevilla decidió intervenir activamente en el proyecto de reorganización de la plaza y la construcción del nuevo mercado. Un concurso de ideas de carácter internacional, en el que resultó ganador el arquitecto alemán Jürgen Mayer con el proyecto Metropol Parasol, dio el resultado que hoy conocemos como las Setas de la Encarnación, por la forma de los paramentos que cubren toda la plaza.
La gran transformación urbanística de este entorno queda patente en las imágenes que mostramos a continuación. Los documentos gráficos pertenecientes a los fondos del Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones -fotografías de la Fototeca y planos del Archivo- nos acompañan en este recorrido por una de las plazas más emblemáticas de nuestra ciudad.